por primera vez nos curó la incitación
la espera nos trajo las aguas de vuelta
como una marea perdida de sí misma
también borracha de dudas
una pizca de incertidumbre delincuente
la fábula de la pérdida y el encuentro
la soledad parlante y deslumbrada
esquivando los malos recuerdos polares
las costuras rotas de los abrazos
de las manos y los labios en el pelo enredado
resbalando bajo las puertas de emergencia
tocando fotografías lejanas de piel blanca
profanando recuerdos de miradas frente a frente
de la angustia tomados por lo inconciliable
por los gritos baldíos
y ahora la vergüenza de los otros
siempre eso tras el sueño
y las ganas de caminar de la mano
explorando junglas urbanas
tomar café discutiendo en voz baja
caer de bruces sobre lo irreal
ser locos a la vez
deshacer lo que los demás hacen
con las manos pegadas sobre la mesa de un bar
se olvida el desencanto
y se exalta una vida nueva
estar sin pagar por la vida
sin la vergüenza de ser débiles
con una desesperanza desaparecida
un ardor especial
de alegría y locura infinitas
no queremos existencia
mejor ser el amor tras las cortinas de la ducha
retornar a aniquilarse en una cama
desarmarse tumbados
respirando con las manos
un grito contra los sueños ufanos
que maldicen nuestra vida con lo inalcanzable